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domingo, 18 de agosto de 2019

Feliz día para ustedes, mis hijos

Hoy se celebra el día del niño. En un día como hoy, hace dos años, escribía esto https://elhombreinfertil.blogspot.com/2017/08/feliz-dia-para-vos.html
Aquél día me levanté inspirado, con mil frases dando vueltas en mi cabeza. Hoy también! Pero algo cambió. Todo cambió!!
Aquél día era todo imaginación, hoy es todo realidad, todo está aquí, a metros de distancia mis hijos de 10 y 16 años duermen. Y yo me muero por verles la cara cuando les entregue su regalo del día del niño.
Escribo aquí luego de algunos meses y la fecha lo justifica. Cada día sucede algo para contar en éste espacio pero algo muy distinto es tener tiempo para hacerlo.
Releyendo lo escrito hace 2 años nomás puedo decir que no tendré una niña como hija. Pero quién sabe, nunca se sabe.
Pero lo que hoy tengo son dos personas que cada día nos llevan de viaje en una montaña rusa. Días lindos, días mas o menos y días duros, difíciles. Días donde no alcanzan los diccionarios para encontrar palabras de consuelo. Días donde los recuerdos del dolor de lo vivido en tan poquitos años les llenan los ojos de lágrimas y se les oscurece la mirada. Pero siempre sale el sol porque en el fondo son niños, que van en búsqueda de vivir y sentir las partes lindas de la vida porque de las otras ya tuvieron suficiente.
Volviendo a ésa entrada del blog, puedo decir que ya cumplí con algunas "promesas". Ya los llevé al autódromo y los pegué al alambrado para que sintieran lo que yo sentí desde chico al ver pasar autos de carrera a 200 km/h. Aún intento que sean del club de mi provincia, Instituto de Córdoba. Pero como vamos bastante mal no los entusiasma mucho la idea jaja. Eso si, el pequeño L dice haber cambiado de club, pasó de Boca a River por mí. Y yo me derrito en la idea aunque no le terminó de creer. Pero denme tiempo que lo voy a lograr! 😊
Acostumbrados a ver películas de terror o de humor más bien para adultos en el hogar donde estaban, comencé a darles un breve pero intensivo curso de cine en familia. Obviamente lo primero que les mostré fue las 3 de Volver al futuro. Y Mi villano favorito. Y las de Avengers. Y Jumanji. Hasta anoche que vimos La vida secreta de las mascotas 2. Son momentos hermosos. Me encanta mirarlos como se pierden en la pantalla y se ríen, siempre lograr hacerlos reír es un momento que hace bien al alma.
Prometía aquél día los asados de domingo al sol. Son las 7:35 de la mañana y en breve prepararé el desayuno, vendrán los regalos y comenzaré el ritual del asado en familia, con las ayuda indispensable de mis laderos. No sé si son ricos mis asados pero ésas 3 o 4 hs son deliciosas.
Hay días que no entiendo nada. Días que cuentan lo que vivieron y no lo puedo entender. Quizás no quiera entender en realidad por qué puede haber seres humanos capaces de generar vida y tanto sufrimiento a la vez. Ayer, F. el mayor, escribió en la PC un trabajo de la materia Humanidades que consistía en hacer una línea de tiempo contando momentos de su vida. Y la verdad que leerlo con él me partió el alma en mil pedacitos porque de golpe supe cosas que en 9 meses de conocernos no había comprendido o él no pudo contar, no lo sé.
En ése escrito relataba que a sus 8 años se fue de su casa para no volver durante 3 años. ¿Alguien puede comprender algo semejante? 3 años siendo un niño, en la calle, durmiendo en un galpón abandonado. Eso sí, iba a la escuela, quizás porque le aseguraba seguir siendo niño, comer allí mismo y sentir alguna contención de esos adultos que tanto le fallaron. Me contó que al salir de la escuela le daba la mochila y el guardapolvo a un amigo suyo para que se los devolviera al día siguiente. Casi un seguro de vida, se levantaba cada mañana sabiendo que había alguien de su misma edad cuidando sus cositas que lo unían a lo que, de alguna manera, le permitía ser un niño normal.
Le pregunté con qué se tapaba para dormir, "unos trapos" me dijo. Y a veces su amigo le prestaba una campera. De comer, comía de prestado, de regalo mejor dicho.
Y no quiero contar más pero les aseguro que hay más en ése niño de 16 años, rebelde, negativo, dolido con la vida al que a veces logramos inyectarle confianza en sí mismo y que él vale como cualquiera aunque los que pasaron antes por su vida le hayan grabado a fuego la idea de qué no va a poder ser nada en la vida. Lucharemos juntos hijo!
Me voy a comenzar el día, ya los siento dar vueltas en la cama, quizás hoy tengan un día del niño como jamás lo tuvieron. Y si no al menos lo intentaremos con todas nuestras fuerzas, porque se lo merecen. Y porque son nuestros y a nuestros hijos ya nadie podrá hacerles tanto daño.






jueves, 18 de abril de 2019

¿Quién me ha robado el mes de abril?

Me pregunto quién me ha robado el mes de abril, el mes de mi cumpleaños, porque siempre fue MI mes. A los 10 días de iniciado abril, el calendario siempre marca que es la fecha de mi nacimiento. En el titulo cito el tema de Sabina pero esto que escribiré no tiene nada que ver con la letra de aquella canción.


Éste año me robaron mi mes porque desde ahora y por el resto de mi vida compartiré todos los festejos con mi hijo menor que los cumple cada 13 de abril. Lo que cuesta escribir todavía “mi hijo”, raro y lindo a la vez.

Aclaro que es un robo del que fui feliz “víctima”, que fue ejercido sin violencia y lo hizo armado con abrazos y besos. El domingo 14 celebramos juntos nuestros cumpleaños. Él tuvo compañeras de escuela de invitadas, castillo inflable, metegol y hasta un espacio para pintar con témperas los dibujos que quisiera, demostrando su prolijidad y detallismo para poner manos a la obra. Por mi parte, tuve un cumpleaños como hacía años no tenía, fui muy feliz viviendo el cumple doble que hasta tuvo dos tortas, una para cada uno con distintos motivos. Confesaré aquí que envidié la de él con los colores y el símbolo de Ironman J(agradezco a mi hermana menor que es una artista de la repostería!)

A mi niño también lo vi feliz, hiperactivo, nervioso. Estuve tentado en preguntarle si había tenido algún festejo así antes pero entendí que seguramente no lo tuvo así que lo mejor era que disfrute de lo que tiene desde ahora (y tendrá siempre). Tengo una foto que creo que es de las mejores que tomé, su carita asomando entre las partes del inflable y una sonrisa que no resiste análisis, que habla por sí sola.

Hace pocos días, este mismo niño que cumplió 10 años, fue corriendo a nuestra cama una noche (como todas las noches) y preguntó, muy serio: ¿ustedes tienen hijos? Nos tomó muy sorpresivamente y los segundos para pensar cómo responder puede que se hayan sentido como horas. En lugar de respuesta elegimos repreguntar: ¿y vos que crees? Él respondió y redobló la apuesta/pregunta: “no sé, ¿ustedes tienen hijos?” Fue entonces que dijimos que sí, que él y su hermano son nuestros hijos. Respondió con un simple “ah, bueno” y se quedó ahí entre nosotros como lo hace todas las noches, entre besos y abrazos. Creo que comenzaba a buscar nuestra aprobación, sentirse parte, encontrar su lugar.

Este escrito sigue contando sobre L, el menor. Concurre a una escuela de fútbol más recreativa que competitiva que le ayuda a conocer otros niños de su nueva ciudad. Ya hace más de un mes que concurre y le encanta. Va con su ropa del Barcelona, con la 10 de Messi por supuesto, aunque le guste más ser defensor. Sin embargo, en su última clase el profesor lo puso de 9 y que mis ojos de padre baboso no me dejen mentir pero jugó muy bien e hizo dos goles. Los que me leen saben que las palabras me salen bastante fácil pero no puedo explicar lo que sentí al verlo hacer ésos goles aunque sean sólo por jugar. Aún más me divierte verlo antes de comenzar a jugar haciendo algún pase de baile de los que se hacen ahora en plena cancha J

Quiero aprovechar para dejar una pequeña observación de la primera clase de la escuela de fútbol a la que lo llevé. Las mismas comienzan a las 18:30 hs y por supuesto que me quedé a un costado a observar cada movimiento de L. Con mi teléfono filmaba y sacaba fotos de todo lo que podía, atento a cada jugada de él hasta que en un momento tomé conciencia que era el único padre/madre de los aproximadamente 50 niños que estaba viendo la clase. Sé que yo estaba de licencia y tenía todo el tiempo del mundo para verlo pero me sorprendió muchísimo que de medio centenar de niños estuviera yo sólo mirando a mi hijo. ¿Será que estamos todos tan ocupados en éstos tiempos que no podemos “perder” una hora para ver a nuestros niños ser felices haciendo deporte?

martes, 9 de abril de 2019

Piedras por brillar

“Esto seguirá en febrero, veremos cómo continúa…” Así terminó mi última entrada al blog, publicada un muy muy lejano 18 de Enero. Pasó tanto en casi 3 meses, tengo tantas vivencias nuevas y cosas que fui anotando para, alguna vez, dejarlo plasmado en éste blog, que debería publicar 10 entradas nuevas.


Lo primero que quiero escribir es que mañana 10 de abril cumplo años, 44 para ser preciso. Y claro que va a ser distinto a todos porque ahora tengo dos faros que iluminan mi camino, nuestro camino. Y podrá ser una frase trillada y bastante cursi pero es lo que es, decirlo así es la metáfora perfecta.

Hubo mucha oscuridad, ceguera, días enteros de ver todo negro, todo mal, pero ahora tengo dos luces en casa que iluminan el presente y el futuro. Puede que a veces siga sin ver el camino pero ésas luces siempre alumbran hacia adelante, para mantenerse despierto, alerta, que todo lo bueno va a llegar tarde o temprano.

Los fríos papeles de un juzgado dicen que desde el 13/02 tenemos una guarda provisoria por 60 días que se cumplen a fines de ésta semana. Nos visitarán psicólogos y asistente sociales para ver cómo marcha todo y darnos una nueva guarda, más extensa claro. Parece que hubieran pasado un par de años, lo juro.

Pocos días después de aquél 18 de Enero tomé licencia laboral por un recrudecimiento de mi ansiedad la cual terminó coincidiendo con la llegada de F y L a nuestra casa.

Pensé mil veces cuan incompatibles eran un tratamiento psiquiátrico con el nuevo rol de papá pero hoy puedo decir que todo funcionó, que pude estar presente en un momento clave para ellos. Decir que sin querer me ayudaron, que me hicieron sentir útil, que los podía cuidar, aconsejar, guiar y acompañar. Hoy estoy mejor y seguramente haya pronto en mi blog algún capítulo sobre ése problema que insiste en acompañarme.

Tenemos cada día una montaña rusa en nuestras vidas, momentos buenos y de los otros. Hubo feos y lindos pero seguimos en pie, como una familia. Una familia que, vale recordar, en los primeros días de diciembre aún no se conocía, unos no sabían de la existencia de los otros. Un día como hoy, hace tan sólo 4 meses, viajábamos por primera vez a su provincia para conocerlos. A cuántos se nos pasan 4 meses de manera fugaz, inadvertida, sin pestañear prácticamente. A cuántos de nosotros en 4 meses cualesquiera no nos pasó nada importante, pasamos los días a pura rutina, casi sin vivir.

Bueno, a mí en 4 meses la vida se me dio vuelta. El contador de hijos pasó de 0 a 2 en el mismo tiempo que un Formula 1 acelera de 0 a 100 km/h.

 

Hoy al volver a escribir quiero hacer foco en que no nos equivocamos al elegir niños grandes para que seamos una familia. Antes tenía algunos buenos argumentos pero ahora los tengo de sobra y siento satisfacción de haber hecho una buena elección en cuanto a las edades.

Hace un par de días veíamos televisión los cuatro, un sábado a la noche. Era un programa con invitados “famosos” de nuestro país que hablan sobre temas varios.

En un momento se me ocurrió preguntarles algo que daría pie al motivo principal de éste texto. Requerí su atención y les pregunté: ¿ustedes saben quiénes son los 6 invitados del programa? Ambos respondieron lo que ya suponía: “No”. Y de golpe caía en la cuenta que tienen mucho por conocer y no sólo unos invitados a un programa de tv, sino que estuvieron los últimos años ausentes de una realidad que no les llegaba pero tampoco les interesaba y hasta sentí cierta envidia de ellos que no conocen de crisis económicas, de presidentes, de guerras, de exiliados, de políticos, etc.

Y entonces repasé los días anteriores desde que están con nosotros en distintas situaciones y me di cuenta que son, en muchas cosas de sus vidas, como bebés que comienzan a dar sus primeros pasos. Tienen muchísimo por aprender y estamos deseosos de enseñarles a caminar, a saber, a vivir.

Los he imaginado simbolizados como piedras preciosas a las que hay que pulir para sacarles brillo. También para sacarles las marcas y arañazos que les dejaron en la piel y en el alma los que pasaron antes por sus vidas. Eso, eso va a costar mucho más.

Sucedió varias veces que se encontraron con comidas que no conocían y lo primero que dijeron fue “no me gusta”. Con paciencia les hicimos entender que si no probaban no podían saber de verdad si les gustaba o no. Por suerte, al 90 por ciento de esos sabores desconocidos los terminaron aceptando excepto el queso roquefort (rarísimo, no saben lo que se pierdenJ)

También son como niños pequeños en cuanto a la tecnología. Usan nuestros celulares y computadoras sólo para ver videos en YouTube y las búsquedas siempre son de música o de fútbol y algún que otro dibujo animado. Igual que cuando los padres les muestran videos a sus niños para entretenerlos mientras comen o para mantenerlos ocupados con la pantalla. Hay todo un mundo de cosas útiles que desconocen que les podremos enseñar y otras tantas que deberemos evitarles. Casi no registran las redes sociales pero será cuestión de tiempo hasta que pregunten cómo abrir su perfil en una u otra.

En muchas aristas de sus vidas parecen más chicos de lo que indican sus 9 y 16 años. Tienen una inocencia que no es habitual en niños de sus mismas edades. Lo bueno es que eso no les preocupa y hasta puedo decir que no lo registran.

En resumen, conocí a muchas personas que querían adoptar niños pequeños o bebés para criarlos a su manera, para que aprendan todo “desde cero”, que su hijo viniera sin experiencias y sin conciencia de sus dolores pasados. No era nuestro caso y sin embargo tenemos muchas cosas por enseñar desde cero. Y lo mejor es que ellos pueden expresar sus necesidades con palabras. Y lo que les duele también pero eso lo contaré en otra entrada.

Para terminar y viendo mi entusiasmo muchos dirán: ¿Pero entonces es todo color de rosas? Por supuesto que no! Somos como cualquier familia, sube y baja de emociones y sentimientos, idas y venidas, amor y algún breve desamor. Como todas y como ninguna. Gracias por leerme.

viernes, 18 de enero de 2019

Instantes de la segunda visita

Exactamente un mes después de la primera visita, viajamos nuevamente a la provincia vecina para seguir relacionándonos con F y L. Una segunda vez que fue más corta (4 días, de jueves a domingo) pero con mayor cantidad de horas juntos por lo que fue mucho más fructífero cada minuto juntos.


Esta vez alquilé un lugar a pocas cuadrar del hogar donde viven por lo que íbamos caminando a buscarlos a media mañana y nos quedábamos juntos en el departamento hasta las 21 hs cuando los dejábamos de vuelta en el hogar. Les hicimos de comer nuestra comida, es decir, probaron el sabor de la comida familiar, en cuanto a gusto y ritual. Los 4 sentados a la mesa, aprendiendo todos de los gustos de los demás. Desayuno, almuerzo y merienda compartidos.

Por casualidad, a una cuadra del lugar donde nos quedábamos había un parque gigante con muchos juegos para niños, canchas de futbol, aire limpio y mucho tiempo para verlos correr y reir y notar cómo con cada cosa que hacían nos miraban para ver que estábamos pendientes y nos reíamos con ellos.

Cuando hubo lluvia fue momento de mirar películas, de jugar a las cartas, de cosquillas ante el menor descuido, de frases sueltas que de la nada decían un “la amo mamá” junto con un abrazo. Desmiento que al escribirlo me haya emocionado…

Escribiré cosas sueltas, como el último día que fuimos a buscarlos y uno de los niños del hogar llamó al más pequeño gritando su nombre y acompañando el grito con otro que decía: “familiaaaaaaaaa…” Eso me quedó grabado, fue como un grito directo a la conciencia, a hacerse cargo, a aceptar, sobre todo a creer que casi somos y seremos eso, una familia. La verdad que me dan ganas de gritarlo a mí también.

El otro momento de ésta visita que jamás en mi vida se borrará fue el sábado anocheciendo mientras caminábamos para devolverlos al hogar. La calle desierta, un viento fresco que desmentía el verano de enero y L que caminaba abrazado a mi mujer y yo con F, que tiene casi mi altura a sus 15 años, también abrazados, rodeando el hombro del otro. Fueron 30 o 40 metros donde sentí cosas que nunca antes. De esos instantes donde la vida tiene sentido, donde vale la pena la lucha de tantos años.

El siguiente momento no fue estando juntos, fue ya estando en casa mientras hablábamos por teléfono como lo hacemos diariamente. Al pequeño L no le gusta mucho hablar por teléfono e incluso muchos días lo evita aunque en persona es todo lo contrario. Lo cierto es que una tarde tomó el teléfono para decir: “mamá, me corté el dedo”. Resulta que los chicos que viven en el hogar hacen las tareas de la casa como hacer la cama, limpiar, barrer, etc. En una de esas actividades L se hizo un corte sin mayor gravedad y quiso contarlo. Podría haber contado cualquier cosa, lo que pega es el comienzo de la frase, ése “mamá” tan cercano, como si buscara el consuelo que nunca tuvo ante un golpe.

Todo sigue sobre rieles entonces. Nos hubiera gustado que del lado de la justicia se hubieran acelerado un poco los tiempos y traerlos ahora con nosotros pero feria judicial, vacaciones, suplencias y demoras varias no lo permitieron. Mientras tanto, nosotros vemos que principalmente F sufre porque quiere dejar el hogar. Deseaba mucho en su momento una navidad con una familia. Deseó también que fin de año fuera en familia. Ahora, el martes 23 cumple 16 años. Y nos preguntó muchas veces que si iríamos a visitarlo. Y lamentablemente es imposible y se lo explicamos con ésos argumentos de adultos que a veces dan ganas de no usar pero son la realidad como el trabajo, el dinero, la distancia, etc. Notamos su tristeza, como ante cada evento de fin de año que no pudo ser.

L por suerte todavía goza de la inocencia que le dan sus 9 años de no sentir que ésas fechas son duras para alguien sin familia. 

Esto seguirá en febrero, veremos cómo continúa…

domingo, 16 de diciembre de 2018

6 días conociendonos. Magia pura

Son las 02:30 del domingo y se cumple un tercio del viaje de vuelta a casa. Un viaje de 400 km que en unos días, estoy seguro, vamos a repetir para buscar a nuestros hijos y llevarlos a casa. A su casa.
Como siempre decimos y hasta nos permitimos bromear con mi mujer, nunca nada va a resultar fácil para nosotros. Pero, se dice por ahí, lo que cuesta, vale.
Los 6 días de vinculación con F y L han sido increíbles, maravillosos y cuanto calificativo positivo se les ocurra. Hasta el jueves sólo dos horas diarias, viernes 3 hs y sábado desde las 10 hasta las 20:30. Cerramos por todo lo alto como dicen por España!
Sus dos hermanas tuvieron por estos días vinculación con una mujer sola que quiere adoptarlas pero sólo pudo estar 3 días aquí y volverá la semana que viene para continuar con ése período de conocerse. Y el asunto es que para los cuatro es condición seguir viéndose, a lo cual claramente es imposible negarse porque son la familia primaria.
Asi que tendremos unos días en pausa, a la espera de cómo transcurra el tema de las niñas para saber fecha y, lo más importante, motivo del próximo viaje. Si es para continuar viéndonos y que todo siga avanzando o ya para llevarlos a casa.
Esta semana fui tomando notas, mentales y en el teléfono, cosas sueltas que quería dejar escritas aquí . Y voy a empezar por una que sucedió al despedirnos. Los 9 chicos del hogar se iban de paseo nocturno luego que los dejamos y como aún nosotros no nos íbamos a nuestro hotel porque nos quedamos hablando con uno de los tutores, ellos pasaron para subir al coche que los llevaría y aprovecharon para un último saludo. F abrazó a mi mujer un largo rato, más de lo que era habitual los días anteriores y vi que le habló pero no entendí qué le dijo hasta que se lo pregunté a ella. "Abrazame fuerte" le dijo. Son las 03:05 y se me nublan las letras de la emoción.
No podría poner en palabras aquí las cosas que aprendí en estos días. Menos podría expresar todo el amor que tienen para dar esas dos personitas. Y menos aún todo el cariño que necesitan, el que demandan con gestos, con miradas.
¿Cómo pudo ser que alguien que pudo tenerlos desde el día 1 no pudo, no supo o no quiso amarlos?
El martes por la tarde, F (el mayor) le preguntó a L (el menor) cómo quería llamarme a mi. Y vino hacia mí, me abrazó por la cintura y dijo "papiiii" Tampoco podré poner en palabras lo que sentí...
Y así todos los días siguientes. Mamá y papá, o los diminutivos Ma y Pa.

Momentos
Hubo una salida a desayunar y al super. Desayuno de fotos y risas, de L dejando un café casi sin tomar porque, creo yo, contrastaba demasiado con su propia dulzura 🙂
Luego en el supermercado cuando me alejaba los oía entre pasillos preguntar "¿dónde está papá?"
Pero al margen de esos lindos momentos estuvimos atentos en cada charla o frase para conocer cosas que aún no nos contarán pero las dicen sin pensar.
Pasábamos por el lugar de las cervezas y L señaló las botellas como abarcandolas para decir: "Todo esto tomaba mi papá". Luego preguntando a psicólogo y AS sabríamos que, claro está, el padre es alcohólico. Y pudimos saber otras cosas que no dejaré escritas porque duelen. Nos duelen por ellos, porque no se puede entender lo que sufrieron, las cosas que naturalizaron y que no lo eran. Escuchar a F decir, el primer día nomás, que a él lo castigaban porque se portaba mal cuando la realidad es que él tiene guardada en su memoria ésa idea. No veo las horas de hacerle ver que no era así, que no hay travesura que justifique lo que le tocó sufrir.
Y aquí quiero contar algo que nos decía uno de los psicologos del hogar donde ellos viven.
Lo que F tiene, decía el profesional, es Resiliencia, esa palabra tan de moda que le cabe a la perfección. Nos decía que él saca cosas buenas de todo lo que le pasó y mira siempre hacia adelante.
Yo creo que ahora vendrá una etapa de hacerle entender y sobre todo que sienta que habrá una familia con él que le dará todo lo que la que le dio la vida no le brindó. Y que a partir de ahí pueda ocuparse de él. Tiene casi 16 años! Creció de golpe y a los golpes, haciéndose mayor en un montón de situaciones únicamente para ser protector de sus hermanos. Por eso creo que no le gusta estudiar, es como un padre de familia sin serlo. Iba al colegio pero para escapar de la realidad de su casa. Y hoy sigue situándose en un lugar de protector que le hace olvidar lo que es importante para un chico de su edad. En el único futuro que piensa es en que sus hermanas y ellos dos tengan sus familias.
L, por suerte y por decirlo de alguna manera, es un niño que va al día en su colegio, inteligente, deportista, le brillan los ojos. Creo que está lleno de inocencia, eso es. Tan lindo como eso. Se ríe fuerte, hace bromas y abraza mucho. Pero no a mí, más a mi mujer, le faltan de esos abrazos que dan las madres. Incluso el sábado por la siesta en la cama puede que haya roto el récord mundial de abrazos. Alguien debería fijarse si no aparece el dato en el Guinnes 🙂
Desborda tanta dulzura que el viernes mientras nos íbamos del hogar nos gritó: "Que les vaya bien" al despedirse.
Casi son las 4 y seguro me quedan mil cosas por contar. Estos días fueron eternos, 6 días que parecieron 6 meses.
Muchas cosas aprendidas y entendidas. Voy a insistir en las cosas lindas de adoptar niños grandes o adolescentes. Me perdí mil etapas, sí. Pero estos chicos nos dicen y nos muestran qué es lo que necesitan, no tienen dudas, quieren ser felices de una vez por todas. Tener hogar y familia porque ya tuvieron casa y padres biológicos y eso no fue lo que debió ser.
Como en Volver al futuro, cuando el protagonista ve la foto donde su imagen se va desvaneciendo porque sus padres no se van a conocer yo hoy tengo (imaginariamente) dos papeles de paternidad que dicen que fui papá en enero de 2003 y en abril de 2009. El certificado está formándose de a poquito. Magia pura.